El uso del crédito para cubrir necesidades básicas continúa creciendo en Argentina, y con ello también aumentan la morosidad y el peso de las deudas sobre los hogares. Según datos de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), en febrero la morosidad en créditos a personas físicas subió al 2,9%, con un fuerte incremento en el uso de tarjetas de crédito. En marzo, el Banco Central confirmó que la mora en este tipo de financiamiento llegó al 2,8%, el nivel más alto desde 2022.
El informe también reveló que la morosidad en préstamos personales superó el 4%, alcanzando su valor más elevado en nueve meses. La creciente dependencia del crédito se refleja en un dato alarmante: el 58% del uso de tarjetas se destina a la compra de alimentos, según el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE).
El endeudamiento se ha vuelto un recurso de subsistencia. En 2025, el 15% de los hogares contrajo nuevas deudas, mientras que el 12% arrastra compromisos desde años anteriores. El 65% de los hogares tiene entre dos y tres deudas activas; el 12% acumula más de tres, un segmento que creció 4 puntos respecto de 2024. Además, el 56% de las familias destina entre el 40% y el 60% (o más) de sus ingresos mensuales al pago de deudas.
El problema se agrava con los altísimos costos financieros. Un relevamiento de Ámbito muestra que en bancos públicos el Costo Financiero Total Efectivo Anual (CFTEA) puede alcanzar el 140% para clientes y hasta el 160% para no clientes. En bancos privados, la tasa asciende hasta el 199,35%. Esto se da a pesar de que el Banco Central intenta reducir la inflación y las tasas de interés, una política que aún no impacta en los créditos personales.
Además, existen costos ocultos en las refinanciaciones. En caso de no pagar el mínimo de la tarjeta, algunos bancos aplican tasas punitorias con CFTEA superiores al 100%, que pueden bajar al 90% en situaciones excepcionales. También preocupa el uso del descubierto en cuentas corrientes, con tasas superiores al 40%, y adelantos de sueldo con CFTEA que en ciertos casos superan el 200%.
A pesar de la carga financiera, el uso de tarjetas sigue en alza, aunque con señales de desaceleración. Según First Capital Group, en mayo las operaciones con tarjeta en pesos crecieron un 3,4% en términos nominales, alcanzando los $19,3 billones. El crecimiento real fue del 1,6% mensual y del 70,1% interanual.
Desde la consultora advierten que el financiamiento con tarjeta habría tocado un techo. Guillermo Barbero, socio de First Capital Group, señaló que se espera un repunte del consumo solo si surgen nuevos planes de cuotas impulsados por el sector privado, ya que los programas oficiales como Cuota Simple están llegando a su fin.
Mientras tanto, las plataformas digitales continúan ganando terreno con promociones, cuotas sin interés y descuentos dirigidos a un consumidor cada vez más cauto y endeudado.

