Boca Juniors ofreció una actuación digna pero no logró la hazaña: cayó 2-1 ante el poderoso Bayern Múnich en el Hard Rock Stadium de Miami, por la segunda fecha del Grupo E del Mundial de Clubes. El equipo argentino jugó con entrega, ilusionó durante gran parte del partido, y mantiene vivas sus chances de clasificación. El conjunto alemán comenzó con dominio y convirtió a los 7 minutos por intermedio de Michael Olise, aunque el gol fue anulado por el VAR. Poco después, Harry Kane aprovechó un error de la defensa boquense y marcó el 1-0. A pesar del dominio del Bayern, Boca resistió con orden y tuvo oportunidades aisladas, especialmente con Kevin Zenón, que exigió a Manuel Neuer. En el complemento, el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo encontró la igualdad a los 21 minutos con un golazo de Miguel Merentiel, que arrancó en mitad de cancha, eludió a dos rivales y definió con clase. Ese tramo del partido fue lo mejor de Boca: se animó, presionó alto y empujado por su gente soñó con dar el golpe. Sin embargo, la jerarquía alemana volvió a pesar. A los 39 minutos del segundo tiempo, Olise —que ya había sido protagonista en el primer tiempo— recibió de Kane y definió con un zurdazo letal para sentenciar el 2-1. Boca, aunque no bajó los brazos, no logró empatar. En los minutos finales, Bayern tuvo chances de ampliar la diferencia, pero Agustín Marchesin respondió con seguridad. El pitazo final dejó sensaciones encontradas para el Xeneize: orgullo por la entrega y resignación por un resultado que lo obliga a hacer cuentas. Para clasificarse a los octavos de final, Boca necesita golear en la última fecha a Auckland City y esperar que Bayern derrote a Benfica. La misión no es sencilla, pero aún es posible. Más allá del resultado, el equipo argentino dejó una imagen valiosa ante uno de los grandes del mundo. Mostró carácter, convicción e identidad, aunque también quedó expuesta la diferencia de nivel que aún separa al fútbol argentino de la elite europea.