En una jornada marcada por la conmoción y la esperanza cristiana, fue anunciada la muerte del Papa Francisco, quien dejó una profunda huella en el corazón del pueblo católico. Su partida, ocurrida en el marco del tiempo litúrgico de Pascua, fue recibida con tristeza pero también con fe, al tratarse del “paso a la vida definitiva”, como lo definieron autoridades eclesiásticas.
Durante una emotiva entrevista en el programa Tempranísimo, fue consultado el arzobispo Carlos Sánchez, quien compartió su testimonio con profunda emoción. “Nada es casual en los caminos de Dios”, dijo, y recordó las últimas apariciones públicas del Sumo Pontífice, “entregado, aún en la debilidad física, clamando por la paz del mundo y tocando el corazón del pueblo con gestos profundamente evangélicos”.
Fue evocada la humildad de Francisco, su cercanía y su testimonio de vida sencilla. “No fue un Papa, fue un papá”, citó el religioso, en alusión a una publicación difundida esta mañana. Se destacó que su deseo fue que sus exequias se celebraran con austeridad: “Nada de catafalco, ninguna ceremonia para el cierre de la taúd. Con dignidad, pero como todo cristiano”.
Por su parte, fue convocada una reunión del consejo presbiteral para organizar los homenajes y celebraciones litúrgicas. “Esta tarde celebraremos con el Padre Roberto en la Catedral”, anticipó. Asimismo, se indicó que los colegios religiosos fueron invitados a enmarcar sus celebraciones pascuales dentro del espíritu de despedida de Francisco.
Entre lágrimas y palabras de consuelo, fue impartida una bendición especial para toda la audiencia. “Que el Señor nos llene de su paz y que podamos dejarnos nutrir del ejemplo de Francisco, un gesto del amor de Dios para la humanidad”, concluyó el arzobispo.
Así, mientras el mundo entero despide a un líder que “tocaba la carne del hermano”, su legado sigue vivo en cada gesto de fraternidad y cada clamor por la paz.