La mañana de votación en Juan Bautista Alberdi transcurrió como una clásica jornada electoral provincial: hubo acarreo, concurrencia y una veintena de papeletas partidarias en el cuarto oscuro. Sin embargo, se registraron dos particularidades: por un lado, el desembarco de la Boleta Única de Papel (BUP) introdujo una doble votación inédita en el municipio, y por el otro, los vecinos del sur reafirmaron la necesidad de un cambio tras la intervención.
En la ciudad sureña hay unos 23.000 electores habilitados para votar distribuidos en seis escuelas. En las primeras horas de la mañana, las calles estaban repletas de vehículos, y las veredas, colmadas de vecinos aguardando su ingreso a los establecimientos. El traslado de votantes se evidenció en autos con insignias blancas o carteles naranjas.
La mayoría de las instituciones educativas abrió a horario y con normalidad. Solo en la Escuela Normal Nacional Superior Florentino Ameghino se dio paso a los alberdianos recién pasadas las 9, por la ausencia de autoridades de mesa. Los fiscales fueron otro factor a observar: casi no había control para la elección nacional, aunque sí para la municipal que acumulaba unos 12 representantes por mesa.
El peso de la elección
Los vecinos aseguran que lo que pasó en Alberdi por los presuntos vínculos entre el narcotráfico y el poder político sacudió la calma de la ciudad, pero insisten que a la intervención le sucedió la esperanza. “No es una elección común porque hay un peso moral muy grande. Esta es la oportunidad que tenemos para ver si se puede cambiar a nuestro pueblo. Ojalá elijamos bien, después de veintitantos años de lo mismo”, expresó Rita Oyola, esperando para votar en la escuela 29 de Agosto en las primeras horas de la mañana.
La docente de 68 años contó una anécdota que resume el trago amargo que les quedó a los alberdianos tras el escándalo. “Una vez dejé el auto en una guardería de San Miguel de Tucumán porque mis amigas de Aguilares tenían que ir para ahí. Cuando lo fuimos a anotar nos preguntaron de dónde éramos y les dijeron que yo era de Alberdi. Los de la guardería dijeron ‘uh, habría que ver qué lleva en el baúl, entonces’. Y como esas, varias. Duele, así sea broma, pero duele”, relató.
FOTO LA GACETA/OSVALDO RIPOLL
La palabra “cambio” se repitió en el testimonio de Graciela Ponce. “Pienso que si la gente lo quiere, tienen que venir a votar y hacerlo por toda la comunidad. Espero que Alberdi mejore, que se hagan las cosas bien”, remarcó. La mujer estaba acompañada de su hija, veinteañera, que prefirió no opinar.
Marcos Postas auguró un resultado parejo entre el candidato del oficialismo, Bruno Romano, y el de la Unión Cívica Radical, Luis María Díaz Augier. Sin embargo, le dio más peso a la elección nacional. “Aquí se definen las políticas nacionales: tenemos un oficialismo con cipayos entregadores y al peronismo, a quienes prefiero, aunque tampoco estoy tan de acuerdo. El problema es que estamos acostumbrados a ir por el mal menor”, reflexionó el joven.
En la escuela 29 de Agosto también votó Díaz Augier, que antes de ingresar al establecimiento expresó: “la gente de Alberdi ha receptado el mensaje que venimos dando a lo largo de esta campaña, que si bien fue corta, estuvo cargada de mucha emoción y de un proceso de reflexión de todos los vecinos después de todo lo que se vivió en términos institucionales y de corrupción. Vieron en nuestro proyecto una esperanza”.
La apatía de los jóvenes
En la escuela Normal Florentino Ameghino se observó una tendencia desalentadora. La mayoría de los jóvenes consultados prefirió no opinar de los comicios, o se presentó como “ajeno” a la política. “Vengo a votar porque me dijeron que es obligatorio, pero voto al que me dice mi familia. No tengo mucha idea. Sé que es importante pero no estoy muy metida”, manifestó Esmeralda Albarracín, de 20 años.
En el mismo establecimiento, tres jóvenes veinteañeras se mostraron vergonzosas y prefirieron omitir las declaraciones. Luego, el caso de Sergio Cardozo (18). El joven acompañó a su abuela, Olga Coria, llevándola bajo el brazo, y ambos plantearon reflexiones distintas sobre lo que significó esta jornada electoral.
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“Como toda elección, siempre tiene un grado de importancia, pero no la veo tan diferente a las demás. No estoy muy metido en la política, es casi siempre lo mismo. Por ahí vienen, tratan de proponer algunas cosas, pero tampoco hay un gran cambio”, aseguró el joven.
En tanto, la mujer de 80 años aseveró que “hay que votar por la democracia”. “Estoy a gatas de los huesos pero me vine a votar. Para mí no hay partidos políticos; es la democracia la que debe continuar. Estoy tratando de que a los jóvenes les entre en la cabeza. No debe existir patoterismo, atropello; no se debe perder la democracia”, subrayó.
Coria se refirió al ex intendente procesado por la Justicia, Luis “Pato” Campos. “No puedo opinar nada sobre él porque ese chico se crió en mi barrio y era un excelente chico. Es más que excelente. Por lo menos él; de la mujer no puedo hablar. Fue un excelente chico, alumno de mi hermana, pero la vida nos cambia. Por eso hay una Justicia que tiene que decidir. A mí personalmente nunca me ha molestado, ni creó problemas en el barrio”, opinó.
Identidad alberdiana
Cristina Chalub y su sobrino, Juan Pablo, comparten un sentimiento de pertenencia hacia Juan Bautista Alberdi. “Todas las elecciones son importantes, pero esta más, porque Alberdi empezó a tomar un vuelo lindo que tenemos que seguir toda la vida. Yo ya soy muy mayor, y vengo a votar con el corazón en la mano. Amo a mi Alberdi; mis padres vinieron de Europa y yo nací acá, y soy feliz”, expresó, sonriente, la ex docente de 82 años.
Su sobrino agregó: “Ella se toma su tiempo para venir a votar, y hasta cuando pueda, lo seguirá haciendo. Yo amo mi ciudad, pero sabemos que hace 23 años estamos sumergidos en la decadencia total, y hoy elegimos un cambio junto a mi tía hermosa. El día de hoy es muy importante”.
Complicaciones con la BUP
La metodología era la misma en casi todas las mesas. El votante llegaba y se le entregaba la BUP; luego el vecino se ubicaba detrás del biombo, marcaba una cruz y dejaba la boleta en la urna nacional; y por último, la autoridad de mesa le entregaba al elector un sobre para que ingrese al cuarto oscuro y vote para la elección municipal.
Aunque en la mayoría de las instituciones la convivencia entre ambos sistemas se desarrolló de manera fluida, en la escuela de Comercio hubo algunas quejas por la organización. Por ejemplo, en la mesa 2207, se observó que de un lado hacían fila votantes para la elección municipal, y del otro, quienes ya habían votado para intendente y concejal aguardaban para usar la BUP. Es decir, los vecinos debían hacer doble fila para cumplir con el deber cívico.
“No han instruido a nadie. Tendrían que haber dado un curso para que sepan cómo iba a ser. Es tiempo que uno pierde; a este paso toda la gente que está afuera no va a llegar a votar hasta las seis de la tarde”, se quejó Rogelia del Valle Maidana./La Gaceta

