En el marco de la celebración del 209° aniversario de la Independencia Argentina, la homilía del Tedeum en Tucumán se convirtió en un potente llamado a reavivar la esperanza en el país. Carlos Sánchez, arzobispo de Tucumán, instó a mirar al futuro con optimismo y a trabajar juntos por una Argentina mejor, inspirándose en el legado de los próceres.
En su discurso, el religioso recordó el acto fundacional de 1816, donde los congresales «se comprometieron al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama». Remarcó la importancia de la unidad y el compromiso con el bien común.
El mensaje central de Sánchez giró en torno al Jubileo de la Esperanza, por el que invitó a los argentinos a no dejarse «robar la esperanza», al evocar las palabras del Papa Francisco.
«Reavivemos la esperanza que movió a los grandes próceres», exclamó, haciendo referencia a San Martín, Belgrano y otros Padres de la Patria que «soñaron una Nación en paz y libertad a pesar de las grandes y graves dificultades que atravesaba en ese momento la Patria, como ahora también», agregó.
El líder religioso lamentó que el ideal de una Argentina como «una gran familia» aún no se haya alcanzado. Además instó a «derribar muros, tendiendo puentes, achicando distancias, comprometiéndonos todos ‘poniéndonos la Patria al hombro'».
FOTO LA GACETA / Analía Jaramillo.
Para contrarrestar el pesimismo, la homilía se nutrió de ejemplos concretos de esperanza en la provincia de Tucumán, al mencionar historias de superación, recuperación y solidaridad. Destacó casos de individuos que vencieron enfermedades, adicciones, e incluso la adversidad económica, gracias a la fe, el apoyo comunitario y la dedicación de profesionales e instituciones.
Entre los ejemplos, se nombraron a Felipe, cuya recuperación médica fue un símbolo de esperanza; Diego, sobreviviente de un accidente; David, quien superó su adicción a las drogas; y Jony, un interno de la cárcel que se graduó como ingeniero electrónico. También reconoció las iniciativas comunitarias como la Mesa de Diálogo Interreligiosa y la colecta de Cáritas, así como el compromiso de líderes políticos con el diálogo y el bien común.
La homilía concluyó con un llamado a la acción. «Reavivemos la esperanza cada uno desde su lugar y responsabilidad siendo signos de esperanza para los hermanos que más necesitan.» El religioso instó a cuidar de los más vulnerables, incluyendo a las personas en situación de calle, los adictos, los ancianos, los desempleados, los enfermos y los presos, describiendo este cuidado como «un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad», remarcó.
Las frases más salientes de la homilía
– Queridos hermanos estamos celebrando el Jubileo de la esperanza. Como hijo de esta tierra tucumana, heredero de los decididos tucumanos; como padre y pastor de la Iglesia en Tucumán, y desde aquí para todos los argentinos quiero invitarlos a reavivar la esperanza.
– El Papa Francisco, a quien recordamos con mucho amor y seguirá vivo en nuestros corazones, en la convocatoria al Jubileo de la esperanza nos decía: “La esperanza no cede ante las dificultades porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, y de este modo hace posible que sigamos caminando en la vida” Reavivemos la esperanza.
– Dios nos ha revelado su amor, nos ha hecho partícipes de su vida divina y que esperamos vivir definitivamente en la gloria. Para los creyentes, nuestro destino definitivo no es la muerte sino la vida en Dios. Ese es el término de nuestra esperanza. Por eso los invito: reavivemos la esperanza.
– Todos los hombres esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. También “encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Y en ese desierto se necesitan personas de fe que mantengan viva la esperanza». ¡No nos dejemos robar la esperanza!.
– Reavivemos la esperanza que movió a los grandes próceres, San Martín, Belgrano y otros tantos Padres de la Patria que animaron incondicionalmente a los congresales y cifraron su esperanza en aquel Congreso soberano que declaró la Independencia, invocando al Eterno que preside el universo. Ellos soñaron una Nación en paz y libertad a pesar de las grandes y graves dificultades que atravesaba en ese momento la Patria, como ahora también.
– La esperanza en algo más grande y maravilloso los impulsaba a poner todo de si mismos para lograrlo. Los congresales hicieron de una «casa de familia» un espacio fecundo de encuentro, de diálogo y de búsqueda del bien común. Esta casa es para nosotros un símbolo de lo que queremos ser como Nación. El ideal de vivir la Argentina como una gran familia, donde la fraternidad, la solidaridad y el bien común incluyan a todos los que peregrinamos en su historia, está muy lejos de haberse alcanzado.
– Reavivemos la esperanza cada uno desde su lugar y responsabilidad siendo signos de esperanza para los hermanos que más necesitan, los que están en situación de calle, los adictos, los ancianos, los que no tienen trabajo, los enfermos, los presos, los que están en situaciones muy dolorosas. Los jóvenes sin esperanza, los pobres que carecen de lo necesario para vivir y sufren la exclusión y la indiferencia de muchos… Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad.
-Cuántos signos de esperanza hay en nuestro querido Tucumán, para poner rostro concreto digo de algunos…
Felipe, atendido por el personal de salud del hospital y ayudado por la fe convencida de su familia, compañeros y aún desconocidos que rezaron por él, su recuperación es signo de esperanza.
Diego, de la desgracia casi perder la vida aplastado en el contenedor de residuos, ya
está de alta y ha regresado a su casa…
David que habiendo estado hecho hilachas por el consumo de drogas, ha recuperado su vida, la fe y el servicio y hoy es un misionero en su barrio…
Pude abrazar emocionado y felicitar a Jony, un interno de la cárcel, que se recibió de ingeniero electrónico el año pasado. Y escuchar entusiasta a otro preso que reconocía que se había portado mal y que ahora está cursando dos carreras…
Pude mirar a los ojos a Pedro que me confesó que hace 30 años que no consume gracias al grupo semanal de alcohólicos anónimos…
Ver rezar en el camarín de la Virgen de la Merced a la chica travesti que vivió una experiencia profunda de sentirse amada por el Señor que le cambió la vida y ahora sirve a los que necesitan…
Comunicarme con Federico que animó a salir juntos y mejor a sus empleados después del incendio de la fábrica, …lo hemos perdido todo y no hemos perdido nada porque estamos con vida y juntos… y hoy con el trabajo, la oración y la ayuda de muchos la han puesto de pie.
Conocer la alegría y entrega sacrificada de Mario, Gustavo, Mauricio, Mayra y los demás docentes de la escuela de Mala Mala, y de tantos que hacen la Patria en alta montaña, en los rincones de la provincia.
Jorge Diaz y sus hermanos con la ayuda solidaria a tantos tucumanos en marginación y pobreza.
– Son signos de esperanza la Mesa de Diálogo Interreligiosa, la Mesa de Diálogo Tucumán, la solidaridad en la colecta de Caritas. Son signos de esperanza las tantas instituciones, empresas, fundaciones, las iniciativas personales, grupales, vecinales, religiosas y las decisiones de las autoridades del Estado para buscar el bien de los tucumanos y de tantos hermanos sufrientes… aunque sean insuficientes… son signos de esperanza.
– Queridos tucumanos Cuantos signos de esperanza en nuestro Tucumán. ¡No nos dejemos robar la alegría ni la esperanza! Hoy le pidamos a Jesucristo, Señor de la historia: “danos la alegría de la esperanza
que no defrauda”.
– Le pedimos a la Virgen María, Madre de esperanza que nos acompañe, nos cuide y nos aliente en la esperanza. La que la sostuvo al pie de la cruz, al ver morir a su Jesús, traspasada por el dolor, ella repetía su “sí”, sin perder la esperanza en el Señor… y en el tormento de ese dolor ofrecido por amor se convertía en nuestra Madre. Madre de la esperanza protege a tus hijos que vivimos en esta Patria Argentina. Amen.