La NASA publicó un estudio en conjunto con la universidad de Toho, en donde dieron respuesta a la pregunta que aterroriza a la humanidad: cuándo es el fin del mundo. El resultado del estudio reveló que el detonante del apocalipsis no será un asteroide, ni una pandemia global, el que provoque la desaparición de la vida compleja en la Tierra será el Sol.
El terrorífico final tendrá lugar a medida que la gran estrella del universo evolucione, expandiéndose hasta ser una gigante roja. Según indica el estudio, esto incrementará drásticamente la radiación y, a su vez, el calor que esta emita. Como consecuencia los océanos se volatizarán y la superficie terrestre quedará estéril.
¿Cómo descubrieron cuándo será el fin del mundo?
Según los hallazgos de una reciente investigación, la vida en la Tierra concluirá aproximadamente en el año 1.000.002.021. Esto significa que el evento ocurrirá dentro de cerca de mil millones de años. El verdadero detonante de este apocalipsis no será un evento repentino como una guerra nuclear, el impacto de un asteroide o una pandemia global, sino un proceso completamente natural y gradual: la evolución del Sol.
Uno de los cambios más críticos que se espera es la disminución progresiva del oxígeno en la atmósfera terrestre. Este elemento es fundamental para la supervivencia de la vida humana y la gran mayoría de los organismos conocidos. Este proceso natural alterará de manera irreversible el sustento de la vida tal como se conoce actualmente.
¿Cómo se realizó la investigación de la NASA que reveló cuándo será el fin del mundo?
La investigación, liderada por Kazumi Ozaki y Christopher Reinhard, indica que la reducción del oxígeno atmosférico se debe al calentamiento solar. Este calentamiento afectará los procesos naturales del planeta, incluida la fotosíntesis. El impacto directo de esto provocará la desaparición gradual de la vegetación y, consecuentemente, el colapso de los ecosistemas terrestres en su totalidad.
Aunque este final se encuentra muy distante en términos de tiempo, los científicos advierten que ya se perciben señales tempranas del inicio de este proceso. Por ejemplo, en mayo de 2024, la NASA detectó una intensa tormenta solar, la más fuerte en dos décadas, que afectó satélites y comunicaciones en la Tierra. Estos fenómenos solares, junto con las tormentas geomagnéticas, alteran la atmósfera y podrían acelerar la pérdida de oxígeno, además de causar daños a la infraestructura tecnológica y al clima global.

