Teóricos de la conspiración insinúan que los alunizajes fueron falsos porque el vehículo lunar no pudo caber en la cápsula Apolo. Aquí desmentimos esta afirmación y explicamos la verdadera ingeniería del LRV.
Algunos teóricos de la conspiración del alunizaje, con una persistencia casi legendaria, siguen poniendo en duda los eventos históricos de la NASA, incluso más de medio siglo después de que el hombre pisara la Luna por primera vez. A pesar de las abrumadoras pruebas que confirman estos hechos, algunos todavía insisten en que los alunizajes fueron un montaje, especialmente en lo que respecta al róver lunar (LRV) que siguió al histórico Apolo 11.
Recientemente, esta teoría ha resurgido, cuestionando cómo el LRV pudo ser transportado a la Luna en el módulo de aterrizaje del Apolo. Aunque esta teoría no es nueva, su reciente reaparición ha sorprendido a muchos, como informó USA Today a principios de este año.
«¿Cómo cabía el vehículo lunar dentro de la ‘nave espacial’?», se pregunta un post de Instagram citado por el medio estadounidense.
La publicación usa una foto auténtica del astronauta del Apolo 15, James Irwin, en la Luna junto al primer vehículo lunar el 1 de agosto de 1971.
La interrogante «¿alguien se ha preguntado por qué nunca volvimos?» y la afirmación «es la mayor farsa del mundo que la gente realmente piense que esta basura es verdad» son muestras de las opiniones encontradas que aún perduran en el debate público.
El proceso de llevar el vehículo a la Luna está bien documentado
A pesar de las dudas, la NASA ha documentado exhaustivamente cómo el LRV fue diseñado y transportado a la Luna. Además, sería extremadamente improbable que la NASA, después de orquestar una de las conspiraciones más exitosas de la historia, descuidara un detalle tan fundamental como asegurar que el róver cupiera en el módulo de aterrizaje.
Los detractores de las misiones lunares, a menudo ignorando los detalles técnicos, argumentan que el tamaño y la complejidad del róver no podían ser compatibles con los limitados espacios de las naves espaciales. Sin embargo, las explicaciones de la NASA y los documentos históricos cuentan una historia diferente y detallada de ingenio técnico: una historia de la habilidad de la NASA para optimizar el espacio y el peso.
Diseño del róver lunar
Durante las misiones Apolo 15, 16 y 17, el róver fue diseñado para plegarse en tres partes, con un chasis articulado que permitía su almacenamiento compacto en la etapa de descenso del módulo lunar. Este diseño innovador incluía en parte un sistema de despliegue operable por un solo astronauta, lo cual era vital dado que los trajes espaciales limitaban la movilidad y la destreza.
El proceso de despliegue del róver era tan meticuloso como su diseño. Un astronauta subía al módulo lunar y liberaba el vehículo, mientras que el otro utilizaba carretes y cintas para inclinarlo hacia fuera, desplegando las ruedas traseras y asegurando el chasis para su uso en la superficie lunar.
El vehículo, una vez montado ––los asientos del róver eran plegables y hechos de aluminio tubular con cinchas de nylon y paneles de aluminio–, permitía a los astronautas recorrer mayores distancias en la superficie lunar, facilitando la recogida de muestras y datos científicos que serían imposibles de obtener a pie.
El róver lunar se demostró como un activo invaluable en estas misiones. En el Apolo 15, los astronautas cubrieron más de 27 kilómetros, una distancia tres veces mayor que la recorrida en las tres primeras misiones combinadas del Apolo (Apolo 11, Apolo 12 y Apolo 14), sin un róver. El Apolo 17, por su parte, estableció el récord, con los astronautas recorriendo un total de 36 kilómetros y alcanzando una velocidad máxima de 18.5 km/h.
El desarrollo del LRV
La idea de un vehículo de superficie para los astronautas no fue prioritaria hasta después del éxito del Apolo 11 en 1969. A principios de los años 70, Boeing recibió un contrato para desarrollar este vehículo, entregando el primer róver listo para volar en marzo de 1971, apenas 17 meses después de adjudicado el contrato.
El LRV debía ser ligero, robusto y fácil de manejar con los trajes espaciales voluminosos de los astronautas. Boeing diseñó un róver eléctrico que pesaba 217 kilos en la Tierra, pero solo 36 en la Luna. Este vehículo podía transportar el doble de su peso y moverse a una velocidad máxima de 8.6 km/h.
Aunque las teorías de conspiración pueden resultar intrigantes para algunos, la realidad es que los logros de la NASA en las misiones Apolo están bien documentados. Gracias al LRV, se obtuvieron datos científicos invaluables y se realizaron descubrimientos significativos sobre la Luna, profundizando nuestra comprensión del entorno lunar y su evolución.
DW, Felipe Espinosa Wang con información de la NASA, USA Today y Popular Science.