Con el estreno reciente de la serie Chespirito: Sin querer queriendo en la plataforma Max, resurgió el interés por la vida privada de Roberto Gómez Bolaños, el icónico comediante mexicano detrás de personajes como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado. Entre las figuras más comentadas está Graciela Fernández, su primera esposa y madre de sus seis hijos, cuya historia permaneció por años en un segundo plano. Graciela Fernández era de origen argentino y conoció a Gómez Bolaños cuando tenía apenas 15 años, mientras él tenía 22. El romance juvenil creció con los años y en 1968 se casaron. Su matrimonio duró más de dos décadas y juntos formaron una familia numerosa con seis hijos: Roberto, Marcela, Graciela, Teresa, Paulina y Cecilia. Durante los años de mayor éxito de Chespirito, Graciela acompañó activamente a su marido en giras y grabaciones, además de ocuparse de su familia. Incluso se le atribuye la confección del primer traje de El Chapulín Colorado, reflejo de su cercanía con el proceso creativo del comediante. La relación comenzó a deteriorarse en los años 80, en medio de rumores sobre un romance entre Chespirito y su compañera de elenco, Florinda Meza. Finalmente, el vínculo con Meza se hizo público y en 1989 se concretó el divorcio. Según su hijo Roberto Gómez Fernández, Graciela “tomó muy mal” la separación, aunque asegura que su reacción hubiera sido igual sin importar quién fuera la nueva pareja. Tras el divorcio, Graciela eligió el silencio. A diferencia de Florinda Meza, nunca dio entrevistas ni buscó protagonismo mediático. Se mantuvo completamente alejada del espectáculo y llevó una vida discreta hasta su fallecimiento el 29 de agosto de 2013, a los 84 años. Sus hijos anunciaron su partida a través de redes sociales con mensajes cargados de emoción. También figuras del elenco de Chespirito, como Edgar Vivar y Rubén Aguirre, expresaron su pesar. En la serie biográfica, la figura de Graciela Fernández cobra nueva dimensión. La actriz Paulina Dávila, quien la interpreta, se apoyó en cartas y recuerdos proporcionados por las hijas del comediante para reconstruir su personalidad: una mujer sensible, con sueños propios, apasionada por la moda y con una impronta única. La producción busca reconocerla como una figura esencial en la vida de Roberto Gómez Bolaños, más allá de su rol como esposa y madre. Graciela Fernández fue mucho más que la primera mujer de Chespirito. Fue testigo silenciosa del nacimiento de una leyenda, y aunque murió en el anonimato, su huella perdura en la historia íntima del hombre que hizo reír a toda América Latina.