A pesar del repunte de la actividad económica desde abril de 2024, en Argentina se perdieron 66.750 empleos registrados y cerraron 7.697 empresas en el último año. Así lo reflejan los últimos datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), que funcionan como termómetro del mercado laboral y empresarial formal.
Los números contradicen el relato oficial sobre una recuperación económica iniciada en ese período, tras el fuerte ajuste aplicado al comienzo de la gestión del presidente Javier Milei. Según la SRT, el número de empleados formales con cobertura cayó de 9.686.478 a 9.610.728, mientras que la cantidad de empleadores registrados pasó de 504.497 a 496.800.
El repunte económico no alcanza al empleo formal
Aunque el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró señales de mejora en los últimos meses —con un crecimiento del 2,3% interanual en mayo y del 1,3% mensual— el empleo formal no logra acompañar esa dinámica.
De hecho, la consultora Labour, Capital & Growth (LCG) subraya la paradoja: “la mayoría de los sectores productivos muestra una recuperación, pero el empleo sigue cayendo”. Según LCG, esto se explica por varios factores:
Reorganización de procesos: las empresas producen más con menos personal.
Mayor uso de maquinaria: se incrementó la importación de bienes de capital en el primer trimestre de 2025.
Capacidad ociosa previa: muchas firmas ya contaban con margen para aumentar su producción sin contratar.
Incertidumbre económica: el rebote aún no genera la confianza suficiente para ampliar planteles.
Caída más profunda desde el cambio de gestión
Si se compara contra noviembre de 2023, último mes antes del cambio de gobierno, el panorama es más preocupante. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) señala que se destruyeron 237.445 puestos de trabajo desde el inicio de la gestión libertaria, con 15.557 empleadores menos.
El sector público fue el más golpeado, con 138.617 trabajadores menos en “Administración pública, defensa y seguridad social”. En términos relativos, la construcción sufrió una caída del 17% en el empleo.
Además, el 99,7% de las empresas cerradas eran PYMEs de hasta 500 empleados, lo que evidencia el fuerte impacto en el tejido productivo más vulnerable del país.

