La tenista estadounidense Taylor Townsend se convirtió en una de las figuras más comentadas del US Open, no por un título, sino por su historia de lucha, resiliencia y autenticidad. En una entrevista con The Pivot Podcast, la actual número uno del mundo en dobles de la WTA compartió los desafíos que enfrentó a lo largo de su carrera, desde los prejuicios por su físico hasta el regreso al circuito tras ser madre.
Originaria de Chicago, Townsend creció en una comunidad afroamericana donde el tenis era parte del tejido familiar. Inspirada por las hermanas Williams, comenzó a competir desde joven, enfrentando obstáculos económicos que obligaron a su familia a realizar sacrificios para sostener su carrera. Relató que su madre viajaba con comida preparada para evitar gastos y que muchas veces debió trasladarse en transporte público con sus raquetas, ante la falta de apoyo institucional.

Además de las dificultades económicas, Townsend debió enfrentar presiones relacionadas con su cuerpo. “Me decían que mi carrera dependía de perder peso”, recordó. Durante años convivió con exigencias externas que intentaban definir cómo debía lucir una atleta, en un circuito que suele ser poco tolerante con las diferencias físicas y culturales.
Su maternidad marcó un punto de inflexión. El embarazo, coincidente con la pandemia, le permitió desconectarse del tenis por primera vez. Tras una cesárea, debió perder 43 kilos en menos de un año para volver a competir. En ese proceso, enfrentó el desafío de compatibilizar la crianza con los entrenamientos y los viajes, apoyada por su hermana y el vínculo con su hijo.

En el US Open, luego de vencer a Jelena Ostapenko, fue acusada por su rival de ser “poco educada y sin clase”. Townsend respondió con firmeza: “No me criaron para ser sumisa”. Reivindicó su autenticidad y criticó los estereotipos que aún persisten en el deporte. “Durante 12 de mis 13 años como profesional oculté mi verdadero yo”, confesó.
Hoy, Townsend se muestra decidida a defender el valor del dobles, una disciplina que considera subestimada, y a alcanzar metas que antes parecían inalcanzables. La maternidad, afirma, le enseñó a dar y recibir amor de una manera distinta, y le dio una nueva perspectiva para enfrentar el alto rendimiento con mayor fortaleza emocional.

