La economía argentina será impactada por el nuevo esquema cambiario implementado por el Gobierno, lo que ya ha generado un aumento en los precios y una revisión al alza de las proyecciones inflacionarias.
La inflación de los próximos meses será impulsada por la reciente suba del dólar, ocurrida tras la eliminación del cepo cambiario y la adopción de un régimen de flotación administrada. El nuevo esquema, que permite que el tipo de cambio oscile entre $1.000 y $1.400, fue puesto en marcha este lunes por el Gobierno nacional.
Como consecuencia directa, se ha registrado un aumento del 12% en el tipo de cambio respecto del viernes anterior. El dólar oficial mayorista fue ubicado en $1.200, mientras que el minorista fue cerrado a $1.230 en el Banco Nación, frente a los $1.097,50 del cierre anterior.
Nuevas listas de precios han sido distribuidas a supermercados y almacenes, con aumentos de hasta un 9% en productos de consumo masivo. Este fenómeno ha sido atribuido al impacto inmediato de la devaluación del peso, especialmente en los bienes importados y transables. Sectores como las concesionarias de autos y los corralones también han sido alcanzados por los aumentos, que reflejan el traspaso a los precios de los nuevos costos de reposición.
El Fondo Monetario Internacional ha revisado sus proyecciones y estima que la inflación de 2025 podría situarse entre el 18% y el 23%, un rango que ha sido ampliado por la incertidumbre cambiaria. En su informe, se advierte que, aunque el traspaso a los precios no será tan inmediato ni tan fuerte como en otras devaluaciones, una presión inflacionaria será inevitable en el corto plazo.
Desde la consultora 1816, se señaló que la desinflación esperada ha sido comprometida por el reciente shock cambiario. Según su análisis, el ajuste externo será realizado por precio, lo que implica una suba inflacionaria en el corto plazo, aunque podría tener efectos positivos sobre las reservas a mediano plazo.
De acuerdo al Romano Group, la inflación de marzo fue registrada en un 3,7%, superando las estimaciones previas. Abril podría cerrar con una variación entre el 5% y el 5,5%, debido a la volatilidad del tipo de cambio y al reajuste de precios en los productos transables. Este fenómeno ha sido identificado como un riesgo político para el Gobierno, dado que podría aumentar la pobreza, con repercusiones en un año electoral.
Desde la consultora Analytica, se ha proyectado una aceleración significativa de los precios. Claudio Caprarulo indicó que el comportamiento del dólar dentro de la banda establecida será determinante para la inflación, dado que las empresas están recalculando sus precios de reposición. Además, la tensión comercial entre Estados Unidos y China fue mencionada como un factor adicional de presión sobre los precios internacionales.
El informe de JP Morgan también coincidió en que el traspaso a precios será menor al de ciclos anteriores, pero advirtió que la persistencia de la incertidumbre podría generar aumentos adicionales en los bienes importados. A futuro, una desaceleración de la inflación podría ser lograda, si el Gobierno logra mantener el control sobre las expectativas económicas.
En conclusión, la aceleración inflacionaria ya está siendo evidenciada en los precios al consumidor, especialmente en bienes importados y transables. Aunque las expectativas oficiales prevén una moderación en la segunda mitad del año, los efectos del nuevo régimen cambiario ya se están haciendo sentir en la economía cotidiana, en un contexto donde la estabilidad será crucial para el futuro político del oficialismo.